sábado, 5 de junio de 2010

Investigación expañola de todo a cien


Según los resultados que se presentaron hace unos días en la -supuestamente prestigiosa- Internacional Journal of Epidemiology, no se hallaron vínculos significtativos entre el uso de los móviles y el cáncer.
La coordinadora del estudio, y miembro del Centre de Recerca en Epidmiología Ambiental (Creal), Elisabeth Cardis, reconoció que “no se conoce por qué mecanismo los campos de radiofrecuencia de los móviles podrían aumentar el riesgo de cáncer”.
En el estudio, realizado por encargo de la OMS (Organización Mundial de la Salud), se han analizado datos de más de 10.000 personas de trece países. Se comparó, asimismo, el uso de los móviles entre más de 5.000 pacientes de cáncer y otros tantos sanos.
El estudio, el mayor de los que se han elaborado hasta la fecha sobre si el uso de móviles tiene relación con el cáncer, expusieron que son vasos no comunicantes. Nada que ver, que eso del móvil es muy sano y que palante con el tema.
Eso se desprende de su artículo, o eso publicaron los medios.
Independientemente de los intereses de las grandes compañías telefónicas por silenciar cualquier mención al tema, tenemos la necesaria obligación de ejercer nuestro libre derecho a desconfiar de todo y de todos. No podemos de entrada sacralizar los datos que nos ofrecen los chicos de Cardis y tomarlos por únicos y verdaderos, sin antes reparar que dicho estudio, por ejemplo, se basó en datos recogidos entre los años 2000 y 2004. ¿Por qué datos rancios y fosilizados podrían tener impacto e interés hoy día?
La industria de la telefonía móvil ha evolucionado a pasos agigantados desde el año 2000, la prehistoria de los móviles, cuando los Nokia de entonces venían con diseño y tonelaje de guijarro chepado. Ha progresado de un modo lo suficientemente vertiginoso, como para que hoy día los análisis de artefactos obsoletos carezcan de impacto y relevancia.
Por si fuera poco, la propia Cardis advirtió que entre los participantes del estudio que más utilizaban el móvil “tenemos datos que apuntan que tal vez haya un aumento del riesgo”. Hombre señora, ¡cojones ya!, ¿en qué quedamos? ¿es nocivo o no hablar por teléfono móvil? Lo que no puede hacer usted es marear al personal y lanzar unos resultados definitivos sin estar convencida siquiera de sus propias conclusiones, y encima vendernos un estudio de la edad de piedra cuando aquí manda la actualidad.
La OMS, imagino, ya sabe lo que compra y a quien se lo encarga.


El aguijonazo final lo asestó cuando concluyó con un clamoroso “tenemos que seguir investigando”.
¡Recristo, Cardis! ¡Y tanto que hay que seguir investigando! Pero empezando de cero y haciendo las cosas como Dios manda, que ni Zamora se ganó en una hora, ni su golondrina hace verano.
En este país, de nuevo, no funciona nada. No podemos seguir escudándonos en la sempiterna crisis para espantar nuestra incompetencia. Tenemos un problema de base, y de los gordos. Y ahora, además, tenemos que desconfiar de los que dicen analizar cómo el país se va a la mierda. El colmo.
Chema, ahora entiendo que para poder seguir una carrera de investigación digna y meritoria tuvieses que emigrar a cuencas más fértiles. Nada nuevo bajo el sol.

2 comentarios:

  1. Te recomiendo una película, que habla un poco de esto:
    "gracias por fumar".

    Un abrazo. Sigue así.

    Paxton

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  2. Paxton,
    seguro que no te has equivocado de peli?

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