domingo, 13 de junio de 2010

Lili Marlen



El 25 de marzo de 1941, el gobierno yugoslavo se sumó a las Potencias del Eje en un intento por mantener al país al margen del conflicto. Guerras sí, pero para otros. Sin embargo, la iniciativa fue contestada por un amplio sector de la población, manifestándose en las calles con el lema "¡Mejor guerra que pacto!". El descontento acabó en golpe de estado. Los alemanes, que no estaban para gaitas, lanzaron a la Luftwaffe sobre cielo yugoslavo, y bombardearon en abril de 1941 la ciudad causando la muerte a miles de personas (entre 5.000 y 17.500).

Yugoslavia no fue un gran escollo y fue invadida por la Wehrmacht y sus aliados italianos, húngaros y búlgaros. Durante el verano de 1941, como represalia por los ataques de la guerrilla serbia, los alemanes tomaron medidas poco populares, entre ellas la de fusilar a cien ciudadanos serbios y judíos por cada alemán muerto.

Recién tomado Belgrado, el alto mando alemán ordenó reparar la radio de la ciudad, dañada durante el bombardeo. Rápidamente la estación de Radio Belgrado se hizo una de las más potentes de Europa. Transmitía exclusivamente programas en alemán, destinados a los soldados del Tercer Reich a lo largo y ancho de Europa.

Fue entonces cuando pincharon por primera vez la canción Lili Marlen. El temazo de la época fue escrito en 1937 por Schultze. Se basaba en un poema que un soldado -Hans Leip- había escrito en 1915, durante la Primera Guerra Mundial.

El soldado, tras ser trasladado durante la Primera Guerra Mundial al frente ruso, compuso una poesía en la que recordaba a su novia, Lilí, hija de un tendero de ultramarinos de su ciudad natal, y en la que narraba cómo se despedían ambos bajo una farola junto al portalón del cuartel. Según algunos, el nombre de Marlen lo tomó del de la novia de un amigo, mientras que otros opinan que era el nombre de una joven enfermera que habría conocido en su puesto de centinela.

La canción fue estrenada en 1938, interpretada, aunque en un principio se negase, por la entonces famosa cantante Lale Andersen. No tuvo éxito.

Dos años más tarde, ya comenzada la Segunda Guerra Mundial, un suboficial de una compañía acorazada alemana de reconocimiento que tenía el disco la dejó oír un día en una reunión informal en el cuartel, y gustó tanto a sus compañeros que fue adoptada como canción de la compañía. El grupo fue enviado en la primavera de 1941 al frente del norte de África, formando parte del Afrika Korps, el cuerpo de ejército comandado por el Mariscal Rommel.

Uno de los oficiales de la compañía, el teniente Karl H. Reintgen, había sido destinado antes a Belgrado para hacerse cargo de la dirección de la emisora militar de esta ciudad, y se llevó consigo el disco de Lilí Marlen. Desde allí emitió la canción por primera vez el 18 de agosto de 1941, dedicándola a sus compañeros que se encontraban en el desierto norteafricano. A Rommel le gustó mucho la composición y pidió que se incluyera habitualmente en las emisiones de la radio.

Comenzó a tener un gran éxito y desde todos los frentes llegaron peticiones para que se emitiera, de modo que la emisora comenzó a radiarla todos los días a las 21 horas 57 minutos, como cierre de su programación. Debido a la potencia de la emisora, los soldados aliados también escucharon la canción y el tema fue adoptado en ambos frentes. Los soldados alemanes se sorprendieron cuando al hacer prisioneros enemigos comprobaban que conocían la canción.

El éxito de la canción llamó la atención de Goebbels, Ministro de Propaganda. Llegó a descubrir que Andersen tenía sangre judía, e intentó hundirla. Ella, lejos de callarse, fue revelando cada vez más abiertamente sus sentimientos antinazis. Goebbels ordenó eliminar la canción del programa, pero las protestas de los soldados fueron tales que Radio Belgrado tuvo que mantenerla en antena, pese a la opinión del Ministro, y siguió emitiéndose todas las noches.

En 1986, Marta Sánchez la volvió a inventar.

2 comentarios:

  1. Pues no me lo creo!

    Además, la del video seguro que es norma duval...

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  2. Ya te gustaría.

    Aunque es normal que no aprecies la belleza de sus redondeces típicamente ochenteras.
    Eras demasiado pequeño para entender aquella época.

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