martes, 29 de junio de 2010

Los fantasmas de la 'roja'


Nadie sabe si España llegará a la final del mundial, pero aquí todos creemos que sí. Nunca ganamos nada, pero siempre somos favoritos a todo. Somos así, qué se le va a hacer.

Aquello del ‘jugamos como nunca y perdimos como siempre’ es el epitafio con el que solemos acabar nuestros torneos.

Luego vienen las excusas, y esas nos valen para todo (la peste alta de los lamentables). Que si en Corea nos robaron el partido, que si el codazo de Tassotti (ioputard), que si Míchel maricón… aquí las buscamos de todos los colores y tamaños excepto asumir que somos del montón y que pocas veces se gana y casi siempre se pierde.

En España no gastamos de eso que otros conocen como autocrítica. Aquí todos nos creemos las chorradas que salen en los periódicos, y después se crucifica a quien toque. Punto. Justicia la justa, pero siempre sin cabeza. Por eso, quizá, no aprendemos nunca de nuestros errores.

Atrás quedaron nuestros fantasmas con olor a cagalera que acompañó a la ‘roja’ desde que tiene uso de federación. Conseguimos olvidar a una quinta del Buitre que ni fú ni fa, a los onces en los que Clemente nos sacaba a diez defensas, al same shit different day de Camacho (qué prosa la suya), a los 'born to lose' de Raul, de la Peña & co., y un largo etcétera que sabemos de memoria.

Siempre tuvimos una de las mejores ligas del mundo –si no la mejor- y nunca rascamos una mierda con la selección. Siempre tuvimos jugadores buenísimos y nunca lo demostraron fuera.

El problema era uno: mentalidad.

Con rivales muy inferiores terminábamos por descomponernos porque nunca le aplicamos una mentalidad ganadora.

El caso más claro es el de Alemania. Siempre se ha dicho que el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses pero en el que siempre ganaba Alemania. Why? Mentalidad. Alemania podía plantarse con once trufas y seguir haciendo un papelón impresionante. Es así. Necesitaron dos guerras para entender que no pueden ganar en todo, pero ahí siguen…

Pero por suerte, los tiempos cambian, y hoy día tenemos jugadores que saben lo que es ganar. Han triunfado en los clubes, y también con la Eurocopa de hace dos años. Es una generación ganadora, con un adn mejorado en el que no tienen el cagarse encima como instinto primario a las primeras de cambio.

Hoy el inspector Del Bosque se empeñó en tirar por el camino del medio, por el del ‘por que lo digo yo’, y acabó sacando a Torres desde el inicio. Ha sido un intento de acabar con el mundial sin disputar el partido, dinamitándonos desde dentro, como más nos gusta (para qué darle el placer a otro ganándonos cuando lo podemos perder nosostros). Pecados capitales como éste son habituales entre los que llegan arriba y se acaban endiosando, por más que tengan al país en contra.

Torres no por favor!! ¿Hace falta ponerlo un cuarto partido cuando ya ha dado clarísimos síntomas de asfixia cerebral? Por el amor de Dios, si hoy hizo una bicicleta en la frontal del área a dos por hora en la que casi se disloca la pelvis…

Pues a mí, tonterías como estas me quitan el sueño. Tienes a Llorente que te baja neveras con el pecho como dice Pitis, que va de cabeza mejor que Santillana (sí capullos, el de los libros), que es una torreta que se pega hasta con su madre, y tiene los santos bigotes de aparcarlo en el banquillo. No ganamos más porque no queremos..

Suerte que todavía nos queda a Sara Carbonero para hacernos soñar.

En cuartos, Paraguay. ¿Para qué?

Pues para perder, como siempre.

Ah no, que ahora hemos cambiado de mentalidad…

Si no pasamos esta vez de cuartos, cosa que no hemos hecho nunca en un mundial, jugando esta vez contra Paraguay (venga ya!), propongo serrar por los Pirineos y remar todos juntos hasta la mitad del océano, para que nos olviden, para no escuchar el descojone del resto, y para ver si nos hacemos un derby con unos mejillones y lo ganamos.

Hombre, ¡por favor!

Ni el espíritu de Juanito, ni los once de Luis, ni los doce contra Malta, a ganar que ya huele.

domingo, 20 de junio de 2010

El estallido de las calabazas: la desazón y otras sensaciones similares

Ayer noche a mi amigo le dieron calabazas.

Lo que prometía ser un guión de película americana, sazonado con canciones emotivas, citas peculiares y protas carismáticos, acabó siendo la típica película europea. Y ya se sabe, en el cine europeo no se estilan los finales felices.

No voy a hablar de la historia de mi amigo porque es suya y seguro que a nadie le interesa. Hablaré del desencanto como norma y la decepción como desenlace.

Para que prosperen desenlaces semejantes es necesaria la conjugación de elementos sangrantes y lacerantes en el orden que uno considere oportuno: el necesario asesinato en masa de los defensores del amor y de los happy ends para empezar, la infravalorada mala leche del ser humano, la fragilidad de las percepciones y la falta de reciprocidad en estado embrionario.

Esa combinación de elementos te permitirá teletransportarte a los inframundos de los desengañados, unos sótanos desangelados llenos de tíos con calabazas en las manos, con pinta de no haberse duchado en semanas y escuchando tangos hasta reventar.

On the other side, el tamaño de las calabazas siempre es proporcional a la carga emotiva que se haya desplegado antes del impacto final. Por regla general, son cargas emotivas que uno va masticando en silencio, mientras digiriere a su ritmo ese choque intergaláctico de sensaciones y reacciones en rigurosa soledad.

Tanta soledad y silencio acaban -para nuestra desgracia- sembrando nuestros deseos de poderosos artefactos llamados dudas. Las dudas son un coñazo porque uno pierde la capacidad que siempre tuvo de orientarse y decidir por uno mismo sin que le tiemble el pulso, se abren las puertas de un estadio en el que uno pasa a ser un capullo a las diez y a las once, pero que según los académicos son tan legítimas como humanas.

Lo que ya no es tan apasionante es cuando a esas dudas les buscamos un origen, o mejor que un origen, un estado, un sitio, su lugar en el mundo. Si tiramos del hilo, acabaremos seguramente en los dos únicos sitios posibles: la naturaleza de los sentimientos, y la naturaleza de la imaginación.

Los sentimientos tienen un software que va por libre, está en su adn. Tú no los controlas -asumes que no puedes redireccionarlos donde te salga del forro- pero te entretienen. Te sometes a su tiranía, porque a nadie ni a nada escuchan, vuelas con la poderosa maquinaria afectiva, y acabas comiendo mierda en el noventa por cien de los casos.

La naturaleza de la imaginación es todo lo contrario. En ella no existe la esclavitud de los sentimientos porque todo fluye a gusto del consumidor. En tu imaginación, tú eres el héroe de las historias que te inventas, vibras con cada episodio que te sacas de la chistera, la interpretación de las pistas que da la otra persona siempre es benévola, y tú eliges las canciones apropiadas para los momentos estelares…

Mi amigo acabó descubriendo que lo suyo había sido fruto de su imaginación. La naturaleza de aquella historia era más irreal que las promesas de un político.

Sin embargo, estoy orgulloso de él y de los que se atrevieron en su día a decir ‘me gustas’, a sacar la infantería y pelear por lo que se desea, a llegar al momento culminante de una digestión larga y silenciosa con todo el optimismo del planeta, a ponerle el pecho a las balas a riesgo de caer en combate y perder a esa persona.

Pero ese es el precio que se paga. Hay que saber apostar, y saber que uno se está jugando apartarse para siempre de la persona que consideró única en su especie y más especial que ninguna otra. Significa enfrentarse al fracaso de frente, jugarse el partido con tu tiro libre, y rezar para que la parafernalia que has imaginado también lo haya imaginado ella. La reciprocidad que acaba marcando la diferencia, la que define una situación o una vida. El sentimiento en común y no la diarrea de uno sólo.

Saber en qué lado de la balanza te encuentras sólo pasa por un sitio: cruzando el Rubicón como hizo Julio César y quemando las naves como Cortés. El punto sin retorno. Allí donde comienza lo ignoto y donde a los hombres curtidos se les consiente el llanto. La última frontera.

Cuando uno da el paso hacia adelante es porque sabe lo que quiere y porque ya no le teme a nada. Antes de desenfundar, todo se detiene un instante. Todo pierde sentido y adquiere una dimensión única. Vivir o morir.

Por eso es necesario que aplaudamos la figura de los valientes que sin cuerdas de salvación ni protecciones se juegan su cuarto a espadas, con la verdad por delante y el valor como moneda.

Sin embargo, todos en esta vida hemos estrellado alguna vez nuestros aviones en muros imposibles. A todos nos han partido por la mitad en pleno fragor de la batalla. A mi amigo le golpearon tan fuerte que sintió como se le rompía el alma en pedazos.

Jugó y perdió.

A partir de ese instante, lo que deberían ser papeles de colores cubriendo las calles y estampidas de caballos, da paso a una sensación de estar en una cámara insonorizada en la que te hallas solo, notablemente confundido y, probablemente, si buscas acabarás encontrando un espejo en el que poder mirarte el agujero que te dejó el tiro en la frente.

Comienza el reinado de la nada, la ausencia de sensaciones fuera de la conmoción que causan los terremotos iniciales. A partir de ahí, la vida es una mierda y te cagas en el amor.

domingo, 13 de junio de 2010

Lili Marlen



El 25 de marzo de 1941, el gobierno yugoslavo se sumó a las Potencias del Eje en un intento por mantener al país al margen del conflicto. Guerras sí, pero para otros. Sin embargo, la iniciativa fue contestada por un amplio sector de la población, manifestándose en las calles con el lema "¡Mejor guerra que pacto!". El descontento acabó en golpe de estado. Los alemanes, que no estaban para gaitas, lanzaron a la Luftwaffe sobre cielo yugoslavo, y bombardearon en abril de 1941 la ciudad causando la muerte a miles de personas (entre 5.000 y 17.500).

Yugoslavia no fue un gran escollo y fue invadida por la Wehrmacht y sus aliados italianos, húngaros y búlgaros. Durante el verano de 1941, como represalia por los ataques de la guerrilla serbia, los alemanes tomaron medidas poco populares, entre ellas la de fusilar a cien ciudadanos serbios y judíos por cada alemán muerto.

Recién tomado Belgrado, el alto mando alemán ordenó reparar la radio de la ciudad, dañada durante el bombardeo. Rápidamente la estación de Radio Belgrado se hizo una de las más potentes de Europa. Transmitía exclusivamente programas en alemán, destinados a los soldados del Tercer Reich a lo largo y ancho de Europa.

Fue entonces cuando pincharon por primera vez la canción Lili Marlen. El temazo de la época fue escrito en 1937 por Schultze. Se basaba en un poema que un soldado -Hans Leip- había escrito en 1915, durante la Primera Guerra Mundial.

El soldado, tras ser trasladado durante la Primera Guerra Mundial al frente ruso, compuso una poesía en la que recordaba a su novia, Lilí, hija de un tendero de ultramarinos de su ciudad natal, y en la que narraba cómo se despedían ambos bajo una farola junto al portalón del cuartel. Según algunos, el nombre de Marlen lo tomó del de la novia de un amigo, mientras que otros opinan que era el nombre de una joven enfermera que habría conocido en su puesto de centinela.

La canción fue estrenada en 1938, interpretada, aunque en un principio se negase, por la entonces famosa cantante Lale Andersen. No tuvo éxito.

Dos años más tarde, ya comenzada la Segunda Guerra Mundial, un suboficial de una compañía acorazada alemana de reconocimiento que tenía el disco la dejó oír un día en una reunión informal en el cuartel, y gustó tanto a sus compañeros que fue adoptada como canción de la compañía. El grupo fue enviado en la primavera de 1941 al frente del norte de África, formando parte del Afrika Korps, el cuerpo de ejército comandado por el Mariscal Rommel.

Uno de los oficiales de la compañía, el teniente Karl H. Reintgen, había sido destinado antes a Belgrado para hacerse cargo de la dirección de la emisora militar de esta ciudad, y se llevó consigo el disco de Lilí Marlen. Desde allí emitió la canción por primera vez el 18 de agosto de 1941, dedicándola a sus compañeros que se encontraban en el desierto norteafricano. A Rommel le gustó mucho la composición y pidió que se incluyera habitualmente en las emisiones de la radio.

Comenzó a tener un gran éxito y desde todos los frentes llegaron peticiones para que se emitiera, de modo que la emisora comenzó a radiarla todos los días a las 21 horas 57 minutos, como cierre de su programación. Debido a la potencia de la emisora, los soldados aliados también escucharon la canción y el tema fue adoptado en ambos frentes. Los soldados alemanes se sorprendieron cuando al hacer prisioneros enemigos comprobaban que conocían la canción.

El éxito de la canción llamó la atención de Goebbels, Ministro de Propaganda. Llegó a descubrir que Andersen tenía sangre judía, e intentó hundirla. Ella, lejos de callarse, fue revelando cada vez más abiertamente sus sentimientos antinazis. Goebbels ordenó eliminar la canción del programa, pero las protestas de los soldados fueron tales que Radio Belgrado tuvo que mantenerla en antena, pese a la opinión del Ministro, y siguió emitiéndose todas las noches.

En 1986, Marta Sánchez la volvió a inventar.

sábado, 12 de junio de 2010

T den

Un buen día le dijeron al marqués de Melun:

- Mire usted a fulano galanteando con su mujer.

- Dejadle -replicó él-, al final se cansará de ella como me he cansado yo.

martes, 8 de junio de 2010

La tempestad


Hoy no puedo más que cederle el post a un escrito que he redescubierto de entre la hojarasca que acampa en el escritorio, y que se reproduce con preocupante ligereza a cada paso que doy. Tendré que echarle un vistazo a wikipedia y leer sobre lo de un tal Diógenes…

El escrito no representa un problema para los que hoy vayan de culo. Su extremada delgadez responde a las bases del concurso de literatura hiperbreve ‘Pompas de papel’, y poco o nada se parecen a su anterior ‘La joya en el laberinto’, en la que la densidad por párrafos de la misma hizo pensar a más de uno que había regresado Unamuno.

No se llevó el premio.

Pero al talento nunca le falta premio.

Para Shakespeare, la brevedad representaba el alma del ingenio.

Para Nacho fue un desafío el ser capaz de condensar una historia brillante en un formato para jíbaros.

He aquí el legado su obra hiperbreve, un tesoro en miniatura del que el aquí presente no tuvo otra que sacarse el sombrero.

Y como va de estrecheces, pequeñeces y otras (h)eces, nada mais, por mi parte chapó y ahí tenéis la joya.



La Tempestad


- Siento que se acerca mi hora –dijo.

- ¡No digas eso! No puedes abandonarnos. ¿A dónde irás? –le preguntaron con angustia.

- Sólo sé que debo marchar. Partiré con las olas, guiado por las mareas. Es más que un deber: es mi obligación. Lo hicieron nuestros padres, y los padres de nuestros padres. Tal vez nos encontremos en algún lejano lugar, hermanos. Marcho ahora. Ánimo. ¡Sed fuertes!

- ¡Larry! –le gritaron.

Era tarde. El coco cedió a la gravedad y cayó al mar. Reflotó, y lentamente se dejó llevar por las olas. Pero no se había alejado aún unos metros cuando le gritaron desde las alturas:

- ¡Cuidado, Larry! ¡Es la gran ola de la tempestad!

Y Larry terminó en la costa, entre su madre y su padre, y nunca más les abandonó.



Por Nacho del Soto

Domingo, 18 de septiembre de 2005

lunes, 7 de junio de 2010

Francesca Schiavone


Pedro Ruiz, que acierta de vez en cuando, dijo una vez que “lo bueno del cine es que durante dos horas los problemas son de otros”. El sábado pasado, a los que estuvimos enganchados a la final femenina del Roland Garros, nos ocurrió tres cuartos de lo mismo. Francesca Schiavone repartió drives y lecciones a partes iguales sobre la arena batida en París.

Lo primero que sucede cuando se repara en un partido como éste es, indefectiblemente, en el juego de la italiana: mezcla de bolas altas y bajas, mezcla de pelotas largas y cortas, mezcla de fondo y arriesgadas subidas a la carga (esto no me lo invento, venía en una crónica de El País) una mezcla tan caótica como fascinante en la que fabricó un tenis improvisado, riquísmo en golpes, y f'ckng atractivo.

Con un escaso 1,66 cms, la italiana se veía muy pequeña en la pista. Un nervio de tía, inagotable, desgarbada, estuvo mareando a su oponente hasta el final, moviéndose como una culebrilla arriba y abajo, modificando constantemente su juego.

Se jugaba el título contra la australiana Stosur, una especie de peñasco granítico con una derecha martillo pilón de gimnasio. Las dos llegaban por primera vez a una final de grand slam, pero a la milanesa no le pesaron nunca las piernas, se movió siempre con mucha agilidad y picardía, y condenó a la de Brisbane a aguantar el chaparrón castigándole en los puntos importantes.

El primer set fue suyo con un 6–4 trabado y peleado. El segundo fue una clase de tenis inteligente por parte de Schiavone. Ahí fue cuando nos enamoró con su descaro y su arte. Remontó una desventaja de 1-4 a base de desentenderse del tenis más clásico y aburrido, apostando por la anarquía inteligente, un brío inexcusablemente mediterráneo, la táctica sobre la fuerza, y el coraje. Un coraje que inundó la pista y la pantalla mientras duró el partido. Impresionante.

Ganó en el tie break después de remontar todo el set. Había ganado la habilidad traviesa frente al músculo. La italiana, loca de alegría, pasó protocolos, corrió hasta donde se encontraban sus seguidores (uniformados con camisetas en las que se leía ‘Schiavo nothing is impossible’) y saltó a las gradas para licuarse entre abrazos y lágrimas, descongelándose de la concentración del partido, de los nervios, y de la presión.

En la ceremonia agarró el micro ante la multitud con el titubeo de los que no lo esperan, de los que no tenían nada planeado. Pero le duró poco el balbuceo. Como en el partido, sacó a relucir su casta y su espontaneidad, y empezó a cascar hasta quedarse sola, con las tablas que según ella no tenía, y a improvisar con mucha gracia. A la italiana.

Las ceremonias suelen ser un coñazo soporífero porque todas repiten el mismo patrón casposo y aburrido. Francesca le dio la vuelta a todo y sonrió al mundo con su alma y su personalidad.

Fue la Grecia de la Eurocopa del 2004, los sixers del 82, la gran sorpresa.

A sus casi 30 años, a una edad en la que raramente se despunta en el deporte de élite, llegaba por fin a una final de grand slam y la ganaba.

A sus casi 30 años, se conviertió en la primera italiana en ganar un grand slam.

Demostró que la fuerza no siempre es sinónimo de triunfo, y que también se pueden ganar finales pegando el revés a una mano.

Grazie Francesca!!

sábado, 5 de junio de 2010

Fuerza y honor




Molt bé, kleine. ¡Vaya año!
Espero que seas consciente que tú y ese equipo de griegas zumbadas estáis haciendo historia. No sólo por haceros con el título nacional –que tiene mérito añadido ganarlo en Grecia siendo la cuna del fullerismo y del petardeo hasta la enajenación-, sino también por haber ganado la Copa de Europa por segundo año consecutivo. El hecho de que ningún equipo griego hubiese conseguido el título continental hasta la fecha demuestra que, efectivamente, estáis haciendo historia.
Y así vas, como un cohete hacia lo más alto en este deporte. Hace años viste que la liga española se te quedaba pequeña, y dejaste claro que te iba la marcha, que aquí ya no podías crecer como jugadora, y decidiste dejarte querer en Grecia.
En Atenas, en una de las mejores ligas del mundo, tenías una motivación por mejorar que hacía tiempo no sentías. Y encima te pagaban. Nadie mejor que tú sabes cuanto trabajo te ha costado, cuanto cabreo y cuanta soledad han acompañado tus temporadas en esa tierra de locos, porque ningún camino de flores conduce a la gloria. Aprendiste a moderar tu carácter (al menos un poco, tampoco los griegos iban a obrar el milagro), a encontrarle el gusto a jugar con presión, a saberte buscar hueco cuando a ese nivel no es fácil. No te lo pusiste fácil, pero qué demonios, eres de las que mueren matando.
Y mucho antes de ganar, supiste lo que era perder y ganarte el puesto. Pero lo hiciste fácil; sabías que tu mayor sacrificio no pasaba por no haber caído nunca, sino por levantarte siempre, con esa cara tan expresiva y el puño cerrado.
Y tiene todavía más mérito salir a flote en otra lengua, en otro país, sin padrinos ni amigos ni familia cerca. Tiene mérito haber creído en ti y en tus posibilidades cuando era factible, según aterrizabas, que te hiciesen volver a las primeras de cambio. Tiene mérito que sigas teniendo hambre de títulos y partidos con todo lo que llevas. Tiene mérito que, después de todo, sigas con la alegría de cuando empezabas, o eso me dice tu madre.
Has cambiado tres veces de equipo. No sólo has sobrevivido a la dureza del deporte, a las lesiones, a las expectativas del resto, a la distancia, al ‘lo dejo y a tomar por culo’ que siempre sobrevuela al ser humano en todo lo que hace… no sólo has sobrevivido a tus propias tempestades, sino que, además, lo has hecho por la puerta grande. Has sido considerada la mejor jugadora de la liga (no sólo portera), así que si querías saber qué textura tenía el cielo deportivo, ya me lo contarás.
Formas parte de esa élite del deporte que gana y vive en el olimpo. Joder, te lo has currado, y aquí estoy yo sacando pecho de hermana, que con Rosina y María no gana uno para sustos (es broma chicas).
Te queda tu mayor desafío, tu reto con mayúsculas: las olimpiadas. Algunos persiguen sueños sin saber en qué andan realmente enfrascados; a otros nos persiguen pesadillas y naufragamos rápidamente cuando sube la marea. Tú, sin lugar a dudas, eres de las que han nacido sabiendo lo que quieres, o lo disimulas mejor que otros.
Sea con las griegas, con las españolas o con Tíbet libre, dale caña y cálzate unas olimpiadas, que según cuenta Andrea, tienen una magnitud tan desbordante de gloria y sueños comprimidos que parecen hechas para ti.
Viel spass en todo lo que hagas, y como dicen en La Roca, no te fíes de los griegos ni aunque traigan regalos.

Investigación expañola de todo a cien


Según los resultados que se presentaron hace unos días en la -supuestamente prestigiosa- Internacional Journal of Epidemiology, no se hallaron vínculos significtativos entre el uso de los móviles y el cáncer.
La coordinadora del estudio, y miembro del Centre de Recerca en Epidmiología Ambiental (Creal), Elisabeth Cardis, reconoció que “no se conoce por qué mecanismo los campos de radiofrecuencia de los móviles podrían aumentar el riesgo de cáncer”.
En el estudio, realizado por encargo de la OMS (Organización Mundial de la Salud), se han analizado datos de más de 10.000 personas de trece países. Se comparó, asimismo, el uso de los móviles entre más de 5.000 pacientes de cáncer y otros tantos sanos.
El estudio, el mayor de los que se han elaborado hasta la fecha sobre si el uso de móviles tiene relación con el cáncer, expusieron que son vasos no comunicantes. Nada que ver, que eso del móvil es muy sano y que palante con el tema.
Eso se desprende de su artículo, o eso publicaron los medios.
Independientemente de los intereses de las grandes compañías telefónicas por silenciar cualquier mención al tema, tenemos la necesaria obligación de ejercer nuestro libre derecho a desconfiar de todo y de todos. No podemos de entrada sacralizar los datos que nos ofrecen los chicos de Cardis y tomarlos por únicos y verdaderos, sin antes reparar que dicho estudio, por ejemplo, se basó en datos recogidos entre los años 2000 y 2004. ¿Por qué datos rancios y fosilizados podrían tener impacto e interés hoy día?
La industria de la telefonía móvil ha evolucionado a pasos agigantados desde el año 2000, la prehistoria de los móviles, cuando los Nokia de entonces venían con diseño y tonelaje de guijarro chepado. Ha progresado de un modo lo suficientemente vertiginoso, como para que hoy día los análisis de artefactos obsoletos carezcan de impacto y relevancia.
Por si fuera poco, la propia Cardis advirtió que entre los participantes del estudio que más utilizaban el móvil “tenemos datos que apuntan que tal vez haya un aumento del riesgo”. Hombre señora, ¡cojones ya!, ¿en qué quedamos? ¿es nocivo o no hablar por teléfono móvil? Lo que no puede hacer usted es marear al personal y lanzar unos resultados definitivos sin estar convencida siquiera de sus propias conclusiones, y encima vendernos un estudio de la edad de piedra cuando aquí manda la actualidad.
La OMS, imagino, ya sabe lo que compra y a quien se lo encarga.


El aguijonazo final lo asestó cuando concluyó con un clamoroso “tenemos que seguir investigando”.
¡Recristo, Cardis! ¡Y tanto que hay que seguir investigando! Pero empezando de cero y haciendo las cosas como Dios manda, que ni Zamora se ganó en una hora, ni su golondrina hace verano.
En este país, de nuevo, no funciona nada. No podemos seguir escudándonos en la sempiterna crisis para espantar nuestra incompetencia. Tenemos un problema de base, y de los gordos. Y ahora, además, tenemos que desconfiar de los que dicen analizar cómo el país se va a la mierda. El colmo.
Chema, ahora entiendo que para poder seguir una carrera de investigación digna y meritoria tuvieses que emigrar a cuencas más fértiles. Nada nuevo bajo el sol.

viernes, 4 de junio de 2010

Por el placer de haberte conocido


Por el placer de escucharte.
Porque escuchar tu voz me devuelve la fe.
Porque me dí cuenta de que el sentido de mi todo nace de tu voz, hija y madre de la gravidez de mi universo.
Porque así retumba la dulzura de tu voz en mí, sedosa y letal, capaz de domar mis demonios y al mismo tiempo de volverlos en mi contra.
Porque nada asiste mejor a una palabra tuya que la sonrisa con la que la atas al final de cada frase.
Porque la voz que moldea tus pensamientos, en callada comunión con tus labios, compone la sinfonía de las noches en vela, la de los deseos -más que de los sueños-, la de las caricias de nadie, con la madurez de lo sentido y una sensibilidad todavía infantil.
Porque cada palabra tuya contiene vida y esperanza.
Porque encierra la elegancia de la fragilidad de tu feminidad, y acaba fabricando un mundo más bello, más humano.
Porque cada sílaba que se cae de tus labios hubiera tenido que guardarla en una cajita, para poder abrirla cuando la vida ya no me parezca tan bonita ni tan digna, para que me recuerde la parte maravillosa de la existencia mientras recojo los restos de la mía.
Por el placer de escuchar tu risa, mientras peleo por hacerla mía. Esa alegría espontánea que ahuyenta mis inviernos y me concilia con la esperanza, cuando pensé que ya no habría otra.
La que frena mi caída y cose mis heridas.
Porque tu risa pertenece a la caridad de tu esencia, de tu persona.
Porque cuando ríes sin querer buceas hasta las entrañas de la humanidad y la socorres en su padecer.
Porque la regalas para que vivamos todos un poco más arropados y amados, lejos de la plomiza indiferencia que nos encharca los pies.
Por el placer de mirarte, porque en tus ojos me veo diferente.
Porque en ellos me asomo al mundo con el que soñaba de pequeño, allí donde se desvanecían los miedos y la ternura no prescribía nunca.
Porque eres capaz de envolverme con tus párpados cuando miras lo que muchos ojos no son capaces de ver.
Porque su curiosidad no tiene dueño que los guíe ni indulgencia que los disculpe.
Porque tus ojos, como dice a canción, me mataron una vez y me matarán por siempre.
Porque hablan por ti cuando callas.
Porque con ellos descubrí que existía otra manera de admirar las estrellas a ras de suelo. Porque con ellos se detuvo mi mundo y me olvidé de mí.
Porque en ellos viviría sin pedirte permiso.
Porque son tuyos…