lunes, 24 de mayo de 2010

El ataque de los lobbies


El lobby nuclear saca tajada del problema del cambio climático y larga el rollo de que las centrales nucleares son inofensivas para el medio ambiente, argumentando que no emiten CO2. La industria nuclear siempre ha prometido futuros espléndidos a cambio de presentes inciertos.
Los lobbies, para que nos entendamos, son grupos de extorsionadores profesionales de traje y corbata que se dedican a presionar a los gobiernos, movidos siempre por determinados intereses y ninguno altruista (la codicia de la pasta).

Actualmente, las compañías eléctricas en nuestro país, en caso de desastre, tan sólo asumirían una responsabilidad civil de daños por valor de 700 millones de euros, la horquilla más baja de la UE.
Por si fuera poco, ningún holding de seguros del mundo garantiza el riesgo de una central nuclear.
El modelo de los alemanes, por ejemplo, cabezones pero pragmáticos donde los haya, se rige por el que la hace la paga, y propugna que la responsabilidad de los propietarios de centrales nucleares sea ilimitada.
Ellos entienden que la vida útil de una central nuclear es de 32 años, y no de 40 como aplicamos aquí. Y por si fueran pocos los escollos a salvar, Zapatero pide que se fije por ley qué se entiende por vida útil. Conmovedor.
Sin embargo al titiritero mayor le crecen los enanos mientras juega a las finanzas con Endesa, Iberdrola y compañía(s). Dentro del gobierno, Hugo Morán, secretario de Medio Ambiente en la ejecutiva del PSOE, ha opinado que «las centrales nucleares deben desaparecer en cuanto haya alternativas razonables. Garoña era ya reemplazable por otro tipo de energías». Gracias. Por un lado Zapatero cede a la presión de los lobbies nucleares, y por otro defiende su discurso progre preelectoral con reformas que sabe que no va a cumplir. Clásica chapuza nacional.

La energía nuclear genera unos residuos que mantienen su radiotoxicidad durante centenares de miles de años y en el minado del uranio se generan todo tipo de contaminaciones, CO2 incluido. La energía nuclear fracasó en los años 70 precisamente por no ser rentable y hoy no se construyen centrales nucleares, por ejemplo en EE.UU., a pesar de todas las subvenciones y avales estatales de la Energy Policy Act de 2005, porque el mundo financiero no confía en su rentabilidad.

Este mundo puede vivir perfectamente sin una bomba de relojería de magnitudes apocalípticas teniendo como alternativa a las energías renovables, tan inofensivas como efectivas.
Que dejen de vendernos la moto, que como todo, es un negocio en el que se mueve mucho dinero. Repito por si no se me entendió: mucho dinero.

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